Wednesday, February 20, 2008

Sobre el deber de reclamar

La primera acepción del Diccionario de la Real Academia de la Lengua define la palabra “responsable” –cuando se refiere a una persona- de la siguiente manera: “Obligado a responder de algo o por alguien”.

Es importante que eso esté claro porque sólo así podemos entender qué quiere decir el artículo 4 de la Constitución de la República cuando afirma que El gobierno de la Nación es esencialmente civil, republicano, democrático y representativo. [...] Sus encargados son responsables y no pueden delegar sus atribuciones, las cuales son únicamente las determinadas por esta Constitución y las leyes”.

Es decir, que los funcionarios públicos, electos o no, tienen que responder ante la ciudadanía por el buen o mal desempeño que hagan de sus funciones.

Este es un principio tan elemental del sistema de gobierno democrático que, la verdad sea dicha, me resulta inexplicable que ahora se nos quiera obligar a renunciar a ella.

Luego del desastre inevitable del paso de la tormenta Noel, y del desastre evitable de la falta de prevención y preparación, a los dominicanos se nos quiere meter el mensaje de la “unidad nacional” por ojo boca y nariz.

Y no es que me parezca mal que ante esta crisis aunemos esfuerzos. Eso está muy bien. Lo que es inaceptable es que en nombre de esa “unidad” se nos insinúe que debemos callar ante el fracaso absoluto de las autoridades responsables en tomar las medidas mínimas para enfrentar un fenómeno como Noel.

Pero estos reclamos se encuentran con tres argumentos en contra, cada cual más atolondrado. El primero es que estos son momentos para pensar en la recuperación y que las críticas la entorpecen y dañan el clima de “unidad” necesario.

Bueno. Yo me pregunto ¿qué “unidad” es esa que nos obliga a olvidar que el Estado ha incumplido con su labor más elemental? ¿Por qué tenemos que ignorar que esta tragedia es mayor porque el Estado no hizo lo que tenía que hacer? ¿Si este no es el momento de criticar eso, cuando lo es? ¿Después que pase otra vez?

En nombre de la “unidad” tenemos que aceptar que nos digan que no nos enteramos de Noel porque estábamos “desconectados” y “viendo juegos de pelota”.

Es decir, la falla estuvo en nosotros, los estúpidos e irresponsables, que no estamos a la altura de funcionarios tan maravillosos.

En nombre de la “unidad” se nos quiere hacer olvidar que, como dice el informe de la ONU, cuesta muy poco poner en marcha medidas que disminuyan el impacto de tragedias como estas.

En un país que se respete eso ni se plantea. No hay que olvidar la lluvia de (merecidas) críticas que recibió la administración Bush luego de la debacle de Katrina. Nadie le imputó responsabilidad en el desastre en sí (como nadie lo hace aquí), lo que no les fue perdonado fue la manera medalaganaria e irresponsable en la que actuaron.

Ni la unidad nacional ni el sentido de la solidaridad que tenemos unos con otros deben servir de mecanismo de chantaje para obtener el silencio.

La solidaridad con las víctimas pasa por el reclamo frente a los responsables de la pésima reacción estatal. No basta con ayudarles a salir de la situación crítica en la que están, también es necesario poner de nuestra parte para que eso no se repita.

El segundo es que la crítica en sí misma no tiene utilidad alguna. Yo creo que sí. Porque es la única forma en que lograremos cambiar las cosas en este país. La falta de exigir responsabilidades es lo que nos tiene como estamos, con un Estado que nos mira por encima del hombro y nos ignora.

El asunto va más allá de la crítica al gobierno de turno. Como todos los gobiernos, este es transitorio. Cuando se reclama a los funcionarios públicos que sean responsables no se les exige sólo a ellos, sino también a todos los que le puedan seguir en el cargo.

Finalmente, el tercer y más disparatado de los argumentos: La administración anterior lo hizo peor. Por muy malo que haya podido ser otro gobierno, este es el que tiene la responsabilidad actual de hacer las cosas bien.

Seguir escondiéndose tras las faldas de esa excusa demuestra una falta de compromiso con el papel que se cumple. Quien asume el gobierno asume responsabilidades y se acabó. Es cierto que los males dominicanos son estructurales, pero en este caso se trata de un mal solucionable con una preparación adecuada y un costo mínimo (refiero nuevamente al informe de la ONU).

Pero, como nuestra cultura política se basa en la lealtad ciega y la incapacidad de cuestionar, aparece quien quiere llamar chismes al ejercicio de este derecho y deber ciudadano. Lo contrario es una forma exquisita de fomentar que nos sigan haciendo lo mismo de siempre.

Clave Digital 6 de noviembre de 2007

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